viernes, 20 de marzo de 2020

El Misterio de el paso de Dyatlov (Kholat)



Dicen los alpinistas, incluso los más veteranos y experimentados, que la montaña puede ser traicionera, uno nunca sabe que puede encontrarse, ahí en las alturas, entre las nieves, los vientos entre las grietas y el interminable silencio solo interrumpido de vez en cuando por algún animal o fenómeno natural.


A los peligros que siempre se encuentran en las montañas, hay que agregar la distancia que separa a buena parte de los destinos para alpinismo, del resto de la humanidad y la civilización. Una vez que un grupo de escaladores decide emprender su travesía hacia la montaña, el mundo como lo conocemos se queda atrás, todo se reduce a un enfrentamiento entre la riesgosa cumbre y la capacidad humana para alcanzarla y de paso, sobrevivir.

 


Muchos han conquistado los picos del planeta y vuelto para contar la historia, pero hay muchos otros casos, menos afortunados que no tienen la misma suerte, estas tragedias son tan antiguas como la misma historia del hombre, explorando el mundo para encontrar el mejor lugar para su próximo asentamiento, desde entonces han sido muchos los alpinistas que han encontrado su final bajo la nieve, rutas mal logradas, algunos han caído hasta la profundidad de la tierra, perdiendo el control de sus herramientas, despeñándose dentro de una grieta, otros pierden el camino en grutas que parecen ser infinitas y nunca encuentran el camino de regreso.

Los cuerpos de muchos de ellos son recobrados hasta mucho tiempo después, cuando el hielo ha cedido y comienzan a surgir los secretos de la montaña. Pero hay otros casos, muy… distintos, ya que son muchos los alpinistas que han desaparecido sin dejar huella, sin dejar rastro alguno. Su verdadero destino oculto para siempre en los misterios de la montaña.



De entre todas estas historias y tragedias, una de las más populares y más extrañas, por decir lo menos, es la que ocurrió en los montes Urales, la cordillera que corre de sur a norte en Rusia, justo en la línea divisoria entre Europa y Asia, marcada de una manera natural por esta formación montañosa.

Esta extraña historia comienza el día el 28 de enero de 1959, cuando un grupo de nueve experimentados pero jóvenes escaladores, y esquiadores, casi todos alumnos del instituto politécnico de los Urales, emprendió la marcha hacia la cordillera.

Al frente del grupo, un joven de apenas 23 años de edad, un hábil explorador y alpinista de nombre, Igor Dyatlov. El grupo pretendía llegar a la montaña al final de una ruta complicada pero no imposible, la expedición no debía exceder los diez días, y más allá de la complejidad del camino, no se preveía problema alguno. Así a finales de Enero, nueve alpinistas partieron del pequeño albergue en Ekaterimburgo, pero apenas tres noches después, a algo inexplicable le ocurriría al grupo encabezado por Igor Dyatlov.

Algo inexplicable…Aterrador.

Cuando los nueve exploradores del politécnico de los Urales comenzaron su camino hacia lo más profundo de la cordillera, nadie pensó que podía sucederles algo malo, mucho menos Yuri Yudin, el décimo miembro de la expedición quien por razones de salud tuvo que permanecer en el albergue donde se encontraban antes de partir sus nueve amigos, esperando volverlos a ver pronto, exactamente dos semanas más tarde.

“Lo único que quiero saber ahora es que les ocurrió a mis amigos esa noche” – Yuri Yudin

Y no era para menos, el destino de los nueve alpinistas es uno de los grandes misterios de la historia rusa contemporánea. Lo que se sabe es que guiados por Igor Dyatlov, el líder de la expedición, el grupo de nueve integrantes avanzó, con confianza y sin mayores contratiempos durante 48 horas, estaban de buen humor, hay registros de que en distintos momentos del viaje se detuvieron para varias interacciones sociales, tomar fotografías del paisaje, planear el recorrido del siguiente tramo, el grupo con toda la confianza avanzaba por aquella cordillera, todo era alegría. Pero pronto el ánimo cambiaría, el clima empeoró mucho y se vieron obligados a detenerse. Es así que la noche del 1° de febrero, decidieron acampar en las laderas del monte Kholat Siajl, nombre que en la lengua de las tribus locales quiere decir “Montaña de la Muerte”. Nadie sabe por qué Dyatlov optó por acampar en un sitio tan hostil, siendo que apenas unos cientos de metros debajo de la localización del grupo, habrían encontrado un bosque apto para sobrevivir a las circunstancias que encontraron en la montaña de la muerte.

No sólo para protegerse la tormenta, sino de esa otra cosa que en algún momento de aquella noche provocara que salieran despavoridos de sus tiendas de campaña, dejando atrás casi todas sus pertenencias, huyendo aterrorizados.

¿Qué sucedió aquella fatídica noche del 1° de febrero de 1959 en las profundidades de los montes Urales?

Algo provocó que los siete hombres y dos mujeres, encabezados por Igor Dyatlov, abrieran sus tiendas de campaña y en algunos casos cortando con desesperación la tela para escapar rápidamente y huir del campamento, algunos incluso descalzos en la nieve, buscando descender a como diera lugar de la montaña, su ultimo error.

Apenas unas horas después, en circunstancias todavía desconocidas todos habrían fallecido, tendrían que pasar al menos 10 días para que los familiares de los alpinistas comenzaran a sospechar que algo andaba mal, Igor Dyatlov se había comprometido a enviar un telegrama el 12 de Febrero, pero las autoridades no se preocuparon, asumieron con toda seguridad que el grupo tenía suficiente experiencia como para encontrar su camino de regreso.

Así pasarían 8 días más, al llegar el 20 de febrero, las familias estaban ya desesperadas y exigieron a las autoridades, organizar un equipo de búsqueda para rescatar a los exploradores a quienes aún creían perdidos, pero ciertamente no muertos. Los rescatistas llegaron al monte Kholat Siajl, seis días más tarde, casi un mes después del incidente que les habría quitado la vida a los nueve alpinistas. Lo que encontraron simplemente los sacudió, las tiendas de campaña estaban destrozadas algunas desgarradas desde adentro como sí hay quien quisiera escapar con toda su fuerza.

Ahí se encontraban todas las pertenencias de los alpinistas, ropas, comida, cámaras fotográficas, etcétera.

Y en la nieve aun visibles las huellas de los nueve jóvenes. Todo se dirigían montaña abajo, los investigadores siguieron las pisadas y notaron que simplemente desaparecen después de 500 metros, eso no impidió que apenas unas horas más tarde, encontrarían cubiertos de nieve, cinco cuerpos.

Congelados, y ninguno vestía con la protección necesaria para soportar lo que deben haber sido temperaturas inferiores a los -15 °C. Para sorpresa de los expertos forenses ninguno de los cuerpos mostraba ningún tipo de lesión que pudiera evidenciar algún tipo de ataque. Tuvieron que pasar se cuarenta días para que el equipo de investigadores descubriera el paradero de los otros cuatro cuerpos.

El resto de los cuerpos fueron hallados en lo profundo de una barranca, presentando distintas fracturas y no solo eso, a Liudmila Dubinina de 21 años de edad, le faltaba la lengua. Pero increíblemente los cuerpos no mostraban heridas de otros tipos. En otras palabras nadie o al menos ningún ser humano había golpeado o atacado a los alpinistas, las fracturas y la extracción de la lengua de la joven Dubinina habían ocurrido de otra misteriosa manera. Para aumentar la bruma de misterio de este caso, la ropa que envolvía a varios de estos cadáveres, registraba muy altos niveles de energía radiactiva, la evidencia no dejaba dudas, algo muy extraño había ocurrido ahí, en los montes Urales.

La investigación oficial llevada a cabo por los oficiales de las autoridades soviéticas, no tardó en concluir que la muerte número de los muchachos se había debido a causas desconocidas, al principio se había considerado la posibilidad de que algunos miembros de las tribus locales, de los indígenas “Mansi” de esa región de los Urales, pudieran haber asesinado a los exploradores, por considerar que los exploradores habían entrado a invadir sus tierras. Pero las características de los golpes sufridos por los alpinistas, rápidamente causaron que se descartara esa teoría, las contusiones que mostraba los alpinistas parecían más bien haber sido causados por otro tipo de accidente, como cuando el impacto no está focalizado un punto del cuerpo, sino que se esparce por toda la superficie corporal, similar a como ocurre en un choque de automóvil, ¿quizás dubinina sufrió un caída fatal? Esto podría explicar esta hallazgo, pero se encontraron muchos más detalles sin una explicación lógica.

Además de lo anterior, la escena de la muerte no registraba ninguna evidencia de violencia, nadie había sacado de sus casas de campaña a los integrantes del grupo, la evidencia mostraba que ellos mismos las habían rasgado para salir huyendo. Aún más notable, las huellas del paso registradas en la nieve solo correspondían a los nueve alpinistas, ningún otro ser había estado en la zona o en contacto con ellos.

Con el tiempo las autoridades rusas optaron por cerrar el caso, y describir el caso de la muerte de los muchachos de los Urales, como causada por alguna fuerza mayor y desconocida, un accidente cuya explicación no era evidente.

Pero eso no tranquilizó en absoluto a los familiares de las víctimas, que tenían suficiente razones como para dudar del veredicto de los investigadores, ya que los cuerpos de sus muchachos mostraban varias características muy particulares que hacían pensar en un asesinato. La piel de varios del grupo tenía un tono entre rojizo y anaranjado, como si hubiera sido expuesto una fuente de energía de manera súbita y violenta, además está el registro de la radiación que se encontró en los cuerpos y en las pertenencias de estos, nadie podía explicar cómo era que nueve muchachos habían sido expuestos a una descarga radioactiva en una zona perdida en el corazón de los montes Urales. Por si fuera poco, un par de días días después del funeral de los alpinistas, otro grupo de exploradores que se encontraba algunos kilómetros de la zona, en 1959, dieron un testimonio perturbados, este grupo de personas describieron algo que puso a temblar a familiares y amigos de los nueve fallecidos en los Urales.

Esa noche fatal, habían visto varias esferas flotando en la noche, esferas, que según ellos no podrían tener un origen terrestre. ¿Sería factible que los 9 alpinistas hubieran sido víctimas de un intento fallido de abducción extraterrestre?

Inmediatamente después de que las autoridades rusas dieran por cerrada la investigación de la muerte de los nueve jóvenes alpinistas en los Urales, los familiares y amigos de los amigos comenzaron a buscar alguna otra explicación. Los niveles de radiación hallados en la ropa, el tipo de heridas, la piel enrojecida, los reportes de la misteriosa presencia de esferas luminosas en el cielo esa misma noche y hasta los rumores de que los órganos de algunos miembros del grupo habían sido enviados, para análisis secretos, todo esto generó, como era de esperarse un enorme inquietud entre los que habían conocido y querido a los muchachos y que terminó de manera súbita y trágica en los montes Urales.

Una de las primeras teorías indicaba que, los alpinistas habían tenido la mala fortuna de encontrarse en medio de una sesión de pruebas de armas secretas del gobierno para la guerra fría.

Las esferas se decía que no eran más que algún tipo de nave voladora en proceso de diseño que funcionaba con alguna especie de material radioactivo. La hipótesis indicaba que algunos de los jóvenes habían despertado en la noche y al ver las esferas sacudieron, en pánico a los demás muchachos, que aterrorizados habían corrido sin protección alguna y muerto en las horas siguientes. Pero eso no explicaba las contusiones de los cuerpos, tiempo después algunos comenzaron a imaginar un escenario algo distinto, quizás, solo quizás los alpinistas guiados por Igor Dyatlov habían sufrido el infortunio de ser secuestrados, por una nave de origen extraterrestre, convirtiéndose en uno de los muchos casos de supuesta abducción alienígena registrado durante el siglo xx.

Eso explicaría los extraños traumatismos y también la actitud de las autoridades rusas que habían tratado el caso con un sospechoso nerviosismo y cinismo. Lo cierto es que tampoco hay evidencia con la cual concluir de manera contundente, que eso, una reducción extraterrestre fue lo que acabó con la vida de los escaladores.

Y así, este caso sigue envuelto en una neblina de interminable de misterio. Hoy, el lugar donde ocurrió la tragedia, lleva el nombre de “El paso de Dyatlov”, el líder de esta mal aventura da expedición.



 Los miembros de la expedicion:

Ígor Diátlov, (Игорь Дятлов) líder de la expedición, era estudiante de Ingeniería de Radio, 23 años de edad.

Yuri Doroshenko (Юрий Дорошенко), 21 años de edad, estudiante de ingeniería de Radio.

Aleksandr Kolevátov (Александр Колеватов), 24 años de edad,  estudiante de Física Nuclear, 

Zinaída Kolmogórova (Зинаида Колмогорова), 22 años, estudiante de Ingeniería de Radio,

Liudmila Dubínina (Людмила Дубинина), 20 años de edad, estudiante de Economía Industrial de la Construcción.

Rustem Slobodin (Рустем Слободин) de 23 años de edad. graduado en Ingeniería Mecánica.

Yuri Krivoníschenko (Юрий Кривонищенко) de 23 años, estudiante de Ingeniería de Construcción e Hidráulica

Nikolái Thibeaux-Brignolles (Николай Тибо-Бриньоль) de 23 años, Graduado en Ingeniería de Construcción Civil.

Aleksandr /Semión/ Zolotariov (Александр /Семён/ Золотарёв), Veterano de la II Guerra Mundial. 37 o 38 años de edad. Estudiante de Ingeniería Militar, guía e instructor de travesía,

Yuri Yudin (Юрий Юдин), de 21 años y único superviviente del grupo. Falleció hasta el dia 27 de abril de 2013.