Aunque en el mundo existen abundantes historias de niños criados de un modo salvaje… ninguna se compara con la historia de Kaspar Hauser, el joven misterioso de Núremberg.
La historia comienza el 26 de mayo de 1828 de esa ciudad del sur de Alemania, ese lunes era un día feriado, por eso, todos habitantes de Núremberg habían salido las calles a descansar y a festejar… de pronto entre la multitud apareció un muchacho que caminaba con dificultades y vestía ropas desgarradas, tenía el cabello crecido más allá de los hombros y la mirada perdida. En la mano derecha llevaba un sobre con una carta. Un zapatero que andaba de paseo con su familia, fue el primero en acercarse al niño, quien de inmediato le dio el sobre que llevaba consigo.
El contenido de la carta es material de leyenda, iba dirigida al Capitán del cuarto escuadrón de caballería de Núremberg, Al ver la dirección, el zapatero tomo al niño del brazo y lo llevó hasta la casa en cuestión. Al llegar se les informó que el Capitán no estaba en casa pero los sirvientes inmediatamente les ofrecieron algo de comer y beber, el muchacho tomo un trago de cerveza y una mordió una salchicha que le habían puesto en frente de él, los escupió lleno de asco parecía como si nunca hubiera probado aquellos alimentos, que eran entonces y siguen siendo un alimento muy común de Alemania.
El joven finalmente aceptó un pedazo de pan y un sorbo de agua, mientras comía, no podía parar de llorar al mismo tiempo que solo podía decir dos cosas: “no se” y “quiero ser un jinete como mi Padre”, creyendo que se trataba de una persona con retraso mental los sirvientes lo arrojaron al establo donde durmió apaciblemente esa noche. Al día siguiente de su llegada, el muchacho misterioso finalmente conoció el Capitán de caballería al que iba dirigida la carta.
La primera reacción del niño fue de asombro, el uniforme del capital lo emocionó hasta las lágrimas como si nunca hubiera visto algo similar antes, pero el Capitán no tuvo paciencia con el muchacho y lo mandó a la estación de policía, una vez ahí el joven comenzó a pedir que lo llevaran a casa pero nunca pudo explicar dónde exactamente estaba su lugar de origen, de pronto un oficial de la policía le ofreció un lápiz y papel para sorpresa de todos en el niño escribió con letras legibles, “Kaspar Hauser”, una vez establecida la identidad del joven la policía lo sometió a un examen médico apenas medía un metro con cuarenta centímetros y tenía los pies desechos como si jamás hubiera usado zapatos, pero los médicos también descubrieron una cicatriz de vacuna en el brazo, esta evidencia despertó muchas especulaciones alrededor de la verdadera identidad del niño salvaje después de todo sólo los nobles y aristócratas podían darse el lujo de vacunarse en aquel entonces.
Kaspar iba vestido con ropa que no le quedaba, y usaba zapatos de dos pares distintos además llevaba con él un pañuelo con las iniciales “K H”, un rosario y para sorpresa de todos un pequeño sobre con polvo de oro, sin poderle encontrar ningún pariente en la ciudad la policía terminó apresando al muchacho en una torre.
¿Quién era en realidad Kaspar Hauser? ¿Un niño salvaje? ¿Un heredero de uno de los tronos más codiciados de toda Europa?
Tras ser encarcelado en Núremberg, el nombre Kaspar Hauser con el tiempo se volvió un misterio y fascinación para todos. Fue recluido en el piso más alto de la torre y fue puesto bajo la supervisión de un carcelero amable y curioso llamado Andreas Hiltem, quien se volvió como un Padre sustituto para Kaspar, él y sus dos hijos del carcelero de 3 y 5 años de edad, le enseñaron a dibujar y poco a poco hablar algunas palabras. Después de unos días consiguió que lo trasladaron a una celda del primer piso de la torre, donde vivía con su familia, allí se dio cuenta que algunas cosas muy extrañas.
El niño sólo parecía conocer una expresión facial: una sonrisa tímida y fingida. Además estaba acostumbrado a centrarse en esquina sin moverse por horas y horas. Con el paso del tiempo estas peculiaridades del muchacho y la información contenida en la carta que llevaba que indicaba que había sido criado dentro de una casa sin muchos acceso al mundo exterior… Confirmaron que el joven Kaspar Hauser, era una especie de niño salvaje.
Kaspar atrajo la atención de todos, la gente de toda la ciudad seguía con morbo y emoción todas las anécdotas del muchacho, que se había vuelto famoso por su timidez pero también por su dulzura. Durante semanas no quiso comer otra cosa más que pan y agua, lo demás simplemente lo vomitaba. Su relación con el mundo también fascinó a los habitantes de Núremberg, ya que aquel muchacho actuaba como si todo lo que se le mostraba, lo hubiera visto por primera vez, con inmenso asombro y curiosidad.
A pesar de la fama que tenía, la tragedia esperaba a la vuelta esquina… la vida Kaspar Hauser no tendría un final feliz.
La vida de Kaspar cambio para bien cuando fue puesto bajo la tutela de un Profesor universitario George Dowman, con su ayuda poco a poco comenzó a hablar con soltura el idioma alemán, lo que siempre hizo con un acento muy peculiar, además, el joven Kaspar comenzó a mostrar extrañas habilidades, sus sentidos por un lado estaban muy desarrollados, su sentido de la vista, el oído, incluso el olfato, eran muy superiores a los de un ser humano común, por otro lado demostró ser hipersensible al magnetismo y a la electricidad, en una ocasión, durante una tormenta eléctrica, llegó a sufrir dolores por la electricidad que generan el fenómeno meteorológico. Para diciembre de 1828 uno meses después de ser descubierto, Kaspar era ya tan famoso, que en todo el continente se le conocía como el “niño de Europa”, decenas de curiosos querían conocer el muchacho. Por desgracia su fama lo llevaría al borde de la muerte.
Un día en octubre de 1829, un desconocido vestido de negro ingreso a la casa del Profesor Dowman e intentó acuchillar a Kaspar, sólo logró herirlo en la frente, cuando volvió en si Kaspar narró que le había gritado, "debes morir antes de dejar Núremberg”.
En la ciudad, las especulaciones crecieron, muchos dijeron que el atentado había sido orquestado por el duque de Baden Quien se rumoraba, el verdadero Padre de Kaspar Hauser, el joven tardó en recuperarse pero finalmente lo hizo y fue asignado al cuidado de varias otras personas que le prometieron una vida mejor, una vida segura.
No se lo pudieron cumplir… finalmente término en la ciudad de Ansbach Bajo la supervisión de un Doctor de apellido Meyer, sería allí donde llegaría a su fin la historia de Kaspar Hauser.
La vida del misterioso Kaspar Hauser tuvo un desenlace doloroso, para finales de 1833 vivía ya en Ansbach bajo la estricta tutela del Dr. Meyer quien estaba obsesionado con hacer de él buen ciudadano ejemplar, lo trataba con genuina dureza, el joven estaba descontento e inquieto, algo le pasaba… el misterio llegaría a su fin el 14 de diciembre al mediodía, Kaspar dejó su trabajo y fue a visitar el párroco local que fungía como su guía espiritual, después se dispuso a dar un paseo por los parques de la ciudad, ahí se topó con un hombre que le aseguró, tenía información sobre su Madre, asustado Kaspar no gritó ni aviso a nadie del hombre misterioso.
El desconocido apresuradamente lo apuñaló, milagrosamente Kaspar alcanzó a llegar a la casa del Dr. Meyer, donde fue atendido por los médicos con urgencia, la policía buscó en el parque al culpable del atentado, y aunque no encontró un arma, sí consiguió encontrar una nota incriminatoria, donde alguien aceptaba haber apuñalado a Kaspar Hauser.
Kaspar dolorosamente vivió tres días más, y logró dar una descripción de su asesino, pero nadie jamás se encontró otras pistas.
Kaspar Hauser murió a los 21 años de edad, 17 de diciembre de 1833.
¿Pero quién era realmente ese niño enigmático de Núremberg?
La hipótesis más emocionante es que Kaspar Hauser era un hijo ilegítimo del duque de Baden, cuya familia había escondido al niño, por temor a las consecuencias de un escándalo. Durante más de 150 años esta teoría se quedó solamente como especulación.
En el siglo XXI, en el 2002, una prueba de ADN demostró que Kaspar Hauser mostraba ciertas similitudes genéticas con miembros de la casa real de Baden, aunque esta similitud la comparten todas las personas d descendencia alemana… Hoy en su tumba hay una inscripción que reza “Aquí yace Kaspar Hauser enigma de su tiempo, su origen desconocido, su muerte un misterio.”
La historia comienza el 26 de mayo de 1828 de esa ciudad del sur de Alemania, ese lunes era un día feriado, por eso, todos habitantes de Núremberg habían salido las calles a descansar y a festejar… de pronto entre la multitud apareció un muchacho que caminaba con dificultades y vestía ropas desgarradas, tenía el cabello crecido más allá de los hombros y la mirada perdida. En la mano derecha llevaba un sobre con una carta. Un zapatero que andaba de paseo con su familia, fue el primero en acercarse al niño, quien de inmediato le dio el sobre que llevaba consigo.
El contenido de la carta es material de leyenda, iba dirigida al Capitán del cuarto escuadrón de caballería de Núremberg, Al ver la dirección, el zapatero tomo al niño del brazo y lo llevó hasta la casa en cuestión. Al llegar se les informó que el Capitán no estaba en casa pero los sirvientes inmediatamente les ofrecieron algo de comer y beber, el muchacho tomo un trago de cerveza y una mordió una salchicha que le habían puesto en frente de él, los escupió lleno de asco parecía como si nunca hubiera probado aquellos alimentos, que eran entonces y siguen siendo un alimento muy común de Alemania.
El joven finalmente aceptó un pedazo de pan y un sorbo de agua, mientras comía, no podía parar de llorar al mismo tiempo que solo podía decir dos cosas: “no se” y “quiero ser un jinete como mi Padre”, creyendo que se trataba de una persona con retraso mental los sirvientes lo arrojaron al establo donde durmió apaciblemente esa noche. Al día siguiente de su llegada, el muchacho misterioso finalmente conoció el Capitán de caballería al que iba dirigida la carta.
La primera reacción del niño fue de asombro, el uniforme del capital lo emocionó hasta las lágrimas como si nunca hubiera visto algo similar antes, pero el Capitán no tuvo paciencia con el muchacho y lo mandó a la estación de policía, una vez ahí el joven comenzó a pedir que lo llevaran a casa pero nunca pudo explicar dónde exactamente estaba su lugar de origen, de pronto un oficial de la policía le ofreció un lápiz y papel para sorpresa de todos en el niño escribió con letras legibles, “Kaspar Hauser”, una vez establecida la identidad del joven la policía lo sometió a un examen médico apenas medía un metro con cuarenta centímetros y tenía los pies desechos como si jamás hubiera usado zapatos, pero los médicos también descubrieron una cicatriz de vacuna en el brazo, esta evidencia despertó muchas especulaciones alrededor de la verdadera identidad del niño salvaje después de todo sólo los nobles y aristócratas podían darse el lujo de vacunarse en aquel entonces.
Kaspar iba vestido con ropa que no le quedaba, y usaba zapatos de dos pares distintos además llevaba con él un pañuelo con las iniciales “K H”, un rosario y para sorpresa de todos un pequeño sobre con polvo de oro, sin poderle encontrar ningún pariente en la ciudad la policía terminó apresando al muchacho en una torre.
¿Quién era en realidad Kaspar Hauser? ¿Un niño salvaje? ¿Un heredero de uno de los tronos más codiciados de toda Europa?
Tras ser encarcelado en Núremberg, el nombre Kaspar Hauser con el tiempo se volvió un misterio y fascinación para todos. Fue recluido en el piso más alto de la torre y fue puesto bajo la supervisión de un carcelero amable y curioso llamado Andreas Hiltem, quien se volvió como un Padre sustituto para Kaspar, él y sus dos hijos del carcelero de 3 y 5 años de edad, le enseñaron a dibujar y poco a poco hablar algunas palabras. Después de unos días consiguió que lo trasladaron a una celda del primer piso de la torre, donde vivía con su familia, allí se dio cuenta que algunas cosas muy extrañas.
El niño sólo parecía conocer una expresión facial: una sonrisa tímida y fingida. Además estaba acostumbrado a centrarse en esquina sin moverse por horas y horas. Con el paso del tiempo estas peculiaridades del muchacho y la información contenida en la carta que llevaba que indicaba que había sido criado dentro de una casa sin muchos acceso al mundo exterior… Confirmaron que el joven Kaspar Hauser, era una especie de niño salvaje.
Kaspar atrajo la atención de todos, la gente de toda la ciudad seguía con morbo y emoción todas las anécdotas del muchacho, que se había vuelto famoso por su timidez pero también por su dulzura. Durante semanas no quiso comer otra cosa más que pan y agua, lo demás simplemente lo vomitaba. Su relación con el mundo también fascinó a los habitantes de Núremberg, ya que aquel muchacho actuaba como si todo lo que se le mostraba, lo hubiera visto por primera vez, con inmenso asombro y curiosidad.
A pesar de la fama que tenía, la tragedia esperaba a la vuelta esquina… la vida Kaspar Hauser no tendría un final feliz.
La vida de Kaspar cambio para bien cuando fue puesto bajo la tutela de un Profesor universitario George Dowman, con su ayuda poco a poco comenzó a hablar con soltura el idioma alemán, lo que siempre hizo con un acento muy peculiar, además, el joven Kaspar comenzó a mostrar extrañas habilidades, sus sentidos por un lado estaban muy desarrollados, su sentido de la vista, el oído, incluso el olfato, eran muy superiores a los de un ser humano común, por otro lado demostró ser hipersensible al magnetismo y a la electricidad, en una ocasión, durante una tormenta eléctrica, llegó a sufrir dolores por la electricidad que generan el fenómeno meteorológico. Para diciembre de 1828 uno meses después de ser descubierto, Kaspar era ya tan famoso, que en todo el continente se le conocía como el “niño de Europa”, decenas de curiosos querían conocer el muchacho. Por desgracia su fama lo llevaría al borde de la muerte.
Un día en octubre de 1829, un desconocido vestido de negro ingreso a la casa del Profesor Dowman e intentó acuchillar a Kaspar, sólo logró herirlo en la frente, cuando volvió en si Kaspar narró que le había gritado, "debes morir antes de dejar Núremberg”.
En la ciudad, las especulaciones crecieron, muchos dijeron que el atentado había sido orquestado por el duque de Baden Quien se rumoraba, el verdadero Padre de Kaspar Hauser, el joven tardó en recuperarse pero finalmente lo hizo y fue asignado al cuidado de varias otras personas que le prometieron una vida mejor, una vida segura.
No se lo pudieron cumplir… finalmente término en la ciudad de Ansbach Bajo la supervisión de un Doctor de apellido Meyer, sería allí donde llegaría a su fin la historia de Kaspar Hauser.
La vida del misterioso Kaspar Hauser tuvo un desenlace doloroso, para finales de 1833 vivía ya en Ansbach bajo la estricta tutela del Dr. Meyer quien estaba obsesionado con hacer de él buen ciudadano ejemplar, lo trataba con genuina dureza, el joven estaba descontento e inquieto, algo le pasaba… el misterio llegaría a su fin el 14 de diciembre al mediodía, Kaspar dejó su trabajo y fue a visitar el párroco local que fungía como su guía espiritual, después se dispuso a dar un paseo por los parques de la ciudad, ahí se topó con un hombre que le aseguró, tenía información sobre su Madre, asustado Kaspar no gritó ni aviso a nadie del hombre misterioso.
El desconocido apresuradamente lo apuñaló, milagrosamente Kaspar alcanzó a llegar a la casa del Dr. Meyer, donde fue atendido por los médicos con urgencia, la policía buscó en el parque al culpable del atentado, y aunque no encontró un arma, sí consiguió encontrar una nota incriminatoria, donde alguien aceptaba haber apuñalado a Kaspar Hauser.
Kaspar dolorosamente vivió tres días más, y logró dar una descripción de su asesino, pero nadie jamás se encontró otras pistas.
Kaspar Hauser murió a los 21 años de edad, 17 de diciembre de 1833.
¿Pero quién era realmente ese niño enigmático de Núremberg?
La hipótesis más emocionante es que Kaspar Hauser era un hijo ilegítimo del duque de Baden, cuya familia había escondido al niño, por temor a las consecuencias de un escándalo. Durante más de 150 años esta teoría se quedó solamente como especulación.
En el siglo XXI, en el 2002, una prueba de ADN demostró que Kaspar Hauser mostraba ciertas similitudes genéticas con miembros de la casa real de Baden, aunque esta similitud la comparten todas las personas d descendencia alemana… Hoy en su tumba hay una inscripción que reza “Aquí yace Kaspar Hauser enigma de su tiempo, su origen desconocido, su muerte un misterio.”