En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a
cualquier institución de salud mental o centro de rehabilitación al que tengas
acceso. Estando en la recepción, pide reunirte con aquel que se hace llamar «El
Portador de la Velocidad». El empleado debería quedarse estático. Mira a tu
alrededor: si todo lo demás se quedan sin movimiento, estás en buen camino. Si
no lo hacen, tendrás que intentarlo en otra ocasión.
Te darás cuenta de que los movimientos y las
respiraciones vuelven gradualmente, pero con mayor dificultad; es de esperarse,
ya que el aire poco a poco se queda sin movimiento. Deberás explorar
cuidadosamente los pasillos a tu alrededor, pensando sobre tu primer gran
error; pero estate advertido de que, si te tomas demasiado, te sofocarás.
Tu objetivo es encontrar a un niño que aún se
mueve, entre todas las figuras como estatuas a tu alrededor. El niño se te
acercará con una pelota, entregándotela. Pon atención a la forma en la que la
pelota es entregada. El niño declarará: «Tú la das», y entonces correrá fuera
del cuarto, siempre riendo.
Lo que tienes que hacer es regresar esa
pelota. Ten cuidado de no ser engañado por el eco de la voz en las paredes.
Mientras el tiempo pase, el aire será más difícil de respirar, requiriendo
mayor esfuerzo; el calor lentamente abandonará tu cuerpo, gotas de agua
perforarán tu piel. Tu visión será comprometida en tanto todo se vuelve oscuro,
dejándote lentamente en sombras, e incluso la luz misma llegará a un alto
eventualmente.
Es seguro que encontrarás al niño en uno de
los pasillos bajo un rayo de luz; puede venir desde una ventana, una lámpara, o
alguna fuente de luz similar. Deberás