viernes, 4 de noviembre de 2016

El Portador del Silencio

No hables. No suspires. Apaga cualquier dispositivo que produzca sonidos, destrúyelo si es necesario. Aléjate de tus amigos y familia, nunca los veas de nuevo. Y calla a ese maldito perro.

Dispárale a los vecinos, ellos querrán romperlo.

El silencio, ¿lo oyes? Puro y dorado, todo para ti. No hay clamor, ni bocas abiertas, o esfuerzos, siempre y cuando mantengas el silencio.

Camina a la institución. No hagas ruido y no dejes a nadie estropear tu silencio; sus puños y armas no deben detenerte.

No deben romper el silencio.

Cuando llegues a la institución, deja en el escritorio de la recepción un pedazo de
papel en blanco y entonces comprenderán.

Serás llevado a las profundidades de la institución. Todo el rato arderás en tu silencio; golpeándote, enloqueciéndote. Quiere destruirte para que seas parte de ello.

¿Escuchas eso? ¿La sangre fluyendo por tus venas? Eso debe ser silenciado. Arráncate el ruidoso corazón, porque él ha ofendido y debe ser extirpado.

Continúa caminando —debes hacerlo— y sé rodeado por el silencio.

Levanta paredes y celdas para defender al silencio; crea castigos para aquellos que lo rompan.

Cuando llegues a tu celda debes hablar una vez más, pero no querrás hacerlo. Simplemente desearás mantener el silencio, tenerlo alrededor tuyo, cerca de ti. Mantenerlo por un tiempo.


Porque ese silencio es el Objeto 31 de 538. No debe ser roto.

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